vení cuando
quieras
pero querelo
pronto,
la
invitación no caduca
pero mi
cuerpo sí,
los brazos
abiertos se cierran
en un abrazo
a mí misma,
la sonrisa
empieza a dolerme
y ya me
cuesta escuchar
a ver si
distingo tus pasos
acercándose
a la puerta,
vení, dale,
tuve que
hacer de mi otra mujer para decírtelo
(la anterior
se lo habría callado todo):
una mujer
que derriba obstáculos,
una mujer
que mutea opiniones,
una mujer
que se lanza
olímpicamente
por encima
de ridículas convenciones
que dicen
que nosotros dos no:
por los vínculos
que nos atan,
por la edad
que nos media,
porque yo
estuve antes con,
porque vos
estuviste antes con,
porque está
mi hija,
porque está
tu mamá,
por todo lo
que dirán
los que no
cargan con esto
que me sacude cuando hablamos,
por todo lo
que dirán si pasa
y yo quiero
que pase,
quiero todas
las consecuencias,
quiero que
hablen hasta atragantarse,
porque no
espero mucho de nadie en esta ciudad,
porque
espero tanto de vos en cambio,
quiero que
vengas, que entrés,
que te
quedés conmigo
y si el ánimo
está pinchado lo podemos emparchar
y si el
horno no está para bollos lo podemos apagar,
tenés que
venir, hagámoslo funcionar,
necesito que
vengas, que entrés,
que te
quedés conmigo,
necesito
escuchar tu voz
llenando el
silencio de la tarde,
necesito
escucharla invadiendo la casa,
saltando de
una pared a otra,
escondiéndose
detrás de los portarretratos,
debajo del
mantel,
junto a las
flores de plástico,
en mis
orejas
que ya se
cansaron de escuchar tanta mentira,
de canciones
tristes,
de
propuestas brutales,
necesito que
te animés vos también,
yo ya di el
primer paso hacia un nosotros
y odiaría
saber que estás a punto de retroceder.