De todas las
luchas internas que me habitan
ella es la
única que no encuentra paz,
ella se
calma y recrudece todo el tiempo
inclinando
la balanza para un lado y para el otro
como el
caprichoso oleaje de la marea,
zamarreando a
su gusto mi voluntad,
disolviendo
los castillos levantados con tanto esmero,
marcando la
puja entre lo que soy y quiero ser,
entre un fofo
candidato a enfermedades coronarias
y otro
deportista con la ruta quince como pista.
Tengo un
secreto no tan discreto:
a la hora de
la siesta me convierto en ciclista,
cambio el
placer de soñar dormido
por la pesada
tarea de hacerlo real,
de
posibilitar, de materializarlo,
de verlo y
vivirlo con los ojos abiertos,
forzándome a
ser lo que no soy:
forzando mi
cuerpo lejos de pantallas y teclados
forzando mi
cuerpo dentro de unas ridículas calzas XL
y,
cabalgando goma sobre el asfalto, forzándome avenida arriba
hasta unir
Villa Zula con La Balandra.
Atrás dejo
el tibio sopor de Santa Tristecita,
su iglesia, pinos
raquíticos y gauchos en F-100,
las canteras
que me dieron su frescura cuando niño,
arroyos, cañaverales
y cardos resecos,
tarascones
de perros domésticos y de los otros,
la sensación
de estar preso con tanto alambre de púas,
de estar
libre como el cielo flotando sobre campo abierto,
el fastidio
cuando pomposos conductores de Eco Sport
me rebasan a
un pelo de distancia, a toda velocidad
y la cadente
figura de las maratonistas
sudando bajo
el sol, apartándome de mi objetivo.
Entallado en
mis calzas,
desaparezco
horizontes bajo mis ruedas,
desaparezco
las dudas,
pierdo toda
mi fragilidad,
me libero del
peso, como si despertara de un mal sueño,
como así lo
dijo la chica de las bicicletas:
"todo
lo malo se suelta, si pedaleás lo suficiente",
ella tenía
razón
y ese
momento llega
dando la
vuelta sobre la rotonda,
soy una
pluma en brazos del viento,
soy un
tratado de paz para mis partes,
y es en ese
momento
donde el
deportista y el derrotista se hacen uno,
se miran,
se abrazan,
se
entienden,
se perdonan,
se alejan
y hasta
mañana
o hasta la
próxima vez que haya ganas de pedalear.
todo lo tuyo me es: necesario.
ResponderEliminarqué halago! muchas gracias, persona!
EliminarSoy cyborg, pero te perdono el insulto...
ResponderEliminar